sábado, 26 de mayo de 2012

Cuento...

Mientras me sientan en la sala de espera bajo el efecto del miedo mezclado con el murmullo de cien personas desconocidas, las luces rojas chillando y la bocinas de afuera, me fusiono entre la ira y la melancolía y razono…

Afuera el sonido de una tolva completa que se descarga junto a el odio y
resentimiento, en una familia que regresaba a casa… luego de los gritos, llantos y suspiros, solo el sonido de la soledad queda, esa soledad que golpea la vida y el alma… esa soledad que amarga los días que vendrán, esa soledad que se va quedando muda de tanto sufrir… esa soledad que se pega...

Me quedo sin llanto y sin remedio a la espera de la respuesta que vendrá a decirme el internista, que desde ya dejó mi corazón en suspenso…

Mientras escucho la lluvia, los sollozos y las quejas de todos los ahí presentes, me traslado a un pequeño mundo inexistente en donde te puedo respirar y tiemblo, Tu la única cosa positiva en mi cabeza que me llena de esperanza…

La respuesta llego de pronto y no todo estaba mal… me fusiono entre el sudor, los gemidos y los rezos de una sala de espera completa de gente esperanzada y me marcho con la incertidumbre de lo que viene… La soledad se viene conmigo.

4 comentarios:

Daniel Eduardo Gómez dijo...

Querida amiga no se por lo que estas pasando pero espero que pase pronto y todo esté bién.
Me agradó tu relato confidente e intimista. No recuerdo haberte leído textos de este calibre.
Debería meditar en publicar mas seguido. Si lo haces yo agradecido.

Gracias por tu visita y comentario

Alondra dijo...

¡Hola Issa! la sensación que me llegó con tu escrito me resulta muy conocida... La soledad ahoga y mientras esperas un rostro que te mire con una sonrisa, esa palabra que te devuelva la tranquilidad; intentas esconderte como una tortuga en su caparazón porque necesitas todas tus fuerzas para ti, por un lado eres solidaria con el dolor ajeno todos formáis parte de un mundo de miedo, pero con la imaginación buscas un punto de apoyo y te amarras a él con fuerza.
Te deseo lo mejor.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Excelente relato...saludos. EC

David Lepe dijo...

la soledad acompaña, claro